Sara Martín Blanco

Filosofía, ética animal y variaciones sobre el tema

El sueño

Gracias a las pistas y orientaciones de Sari;
a la comprensión y calor de Mariano;
al amor incondicional de mis amigos;
al asesoramiento de Marta;
…mi cabeza ha podido aprehender(te).

Para Casi (03/03/1974 – 27/04/2018)

De esa cosita centelleaba una luz muy blanca y muy intensa, poderosa y viva. De sí misma, de esa especie de núcleo-bolita de luz, parecía irradiar una especie de finos -casi imperceptibles- rayos luminiscentes y algo más, imperceptible para el ojo humano, pero que en mi intento por relatar, traduciré de manera aproximada en las siguientes palabras: ese “algo más” era una especie de áurea energética muy dinámica que capté a través de una sensación de nostalgia resolutiva.

La vi emerger en la noche entre una maleza espesa, oscura. A través de pequeños brincos se deslizó por la reducida pendiente montañosa que quedaba a mi izquierda y atravesó, dando saltos más dinámicos y pronunciados, la carretera. Y entonces yo, que me deslizaba nadando por ese suelo de alquitrán negro y resbaladizo, me desconcentré de mi objetivo y mi pensamiento entero se entregó a esa cosita luminosa.

Al principio me extrañé. Qué era y a dónde iba fueron las primeras preguntas que me planteé. Pero inmediatamente me percaté que, como ella (que luego descubrí que era un “él”), había más a mi alrededor. En la maleza en la que la(le) había visto surgir, había más bolitas blancas, diminutas y centelleantes como la primera. Algunas interactuaban animadamente entre sí; otras, en cambio, circulaban solas, pero todas ellas eran dinámicas e iban dando saltitos. Esta era la forma de ser-en-el-mundo para todas estas existencias.

Mi bolita atravesó la carretera dando saltos valientes y decididos y se dejó caer por el precipicio de mi derecha. En realidad no se dejó caer sino que, en el último salto, desapareció fundiéndose con el vasto e inmenso -esa fue exactamente la sensación que tuve: la de inmensidad- cielo nocturno en el que miles y miles de estrellas brillaban sin titubear. Y entonces entendí quién era. entonces entendí que era él.

En tu viaje has comprendido. Tu sabiduría te orienta y te define. Como tú, miles de cositas están aquí y allí, en un sitio y en otro, con un propósito, un deseo, una intención. Y en tu salto me mostraste tu paciencia y tu aprobación. Ahora eres unidad en calma capaz de aguardar una larga demora.